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Ilustración (inacabada) Esther Sorribas

Tras sentir la herida profunda, de nuevo, renaciendo dentro de mí, mi alma me propuso ir más allá, más allá de la tristeza y el dolor con aromas de antigüedad, y de los pensamientos incesables que las acompañan fieles, leales, y de los muros que se levantan cuando se entra en el interior.
Pasé de largo los caminos infinitos que dibujan en mi mente laberintos sin salida.

Mi alma me susurró diciendo: —Ve hacia adentro, ve, sin miedo, yo te acompaño, no temas, no estás sola…
Cogí su mano y, atravesando el miedo que nace cuando no sabes qué te espera, descubrí desde la lejanía que, en lo más profundo de mí, se dejaba ver un inmenso vacío lleno de nada, lleno de todo.
El miedo a lo desconocido se endulzó y, como quien levanta un gran velo de colores oscuros, me atravesé y me acerqué a ese gran vacío interior.
Lo observé tímida y atemorizada, su no forma, su no color, su no sonido, y… su presencia, su nada, su todo, su eternidad, su infinitud. Escuché su silencio, el silencio de los silencios.
Cómo no sentir asombro ante ese silencio tan poderoso ocupando todo, todo…, siendo todo, todo…

Al acercarme más y más quise habitarlo, habitarme, y fue entonces cuando sentí lo más profundo que he llegado a sentir: mi ser.

Cuánto había idealizado ser mi ser, pensé que allí encontraría el gran amor de mi vida que tanto pensé y anhelé, y no fue así, porque no encontré nada, ni sentí nada, ni pensé nada, sólo fui yo siendo mi ser.

Pregunté entonces —Pero… ¿dónde está el amor, dónde?. —Mi alma me respondió— Aquí, aquí mismo, este es el verdadero amor, pues aquí no hay nada más. Mas sólo sentía lo más próximo y cercano a lo que conozco como vacío. Mi alma, me susurró de nuevo —Este es tu ser, este es el amor que eres.

Entonces, por un instante, sólo por un instante, me reconocí en ese espacio interno, me reconocí en mi ser y reconocí el amor eterno, infinito y divino que soy, el amor de mi alma, y el amor eterno,  infinito y divino que tú eres, el amor de tu alma.

Descubrí que en ese lugar no ocurre nada y ocurre todo, no hay juicios, ni miedos, no hay contenido, ni palabras, no hay forma, ni color, no hay tiempo, ni espacio, no hay dualidad, ni separación, si no una paz que inunda todo a través del silencio de la presencia de la eternidad del ser.

Después de ese instante me escapé, volvió la mente y sus pensamientos y aterricé en mi cuerpo y mi sensación.
«Está bien» me dije «conozco el camino, volveré, quizás por más tiempo, quizás sólo por un instante. Gracias Alma y gracias gran Alma por llevarme a casa y hacerme saber que, si atravieso el miedo a sentir esa inmensidad, puedo acercarme a ella y habitarla, eso es acercarme y habitar mi ser esencial donde está el amor».

Y es así como poco a poco la mente se difumina, se aleja, y el ser renace, despierta para vivir.

 

Oh!, cuánto pensé sobre el amor y qué poco he sabido sobre él.

En un momento, vino a mí un pensamiento: «Ser mi ser, ¡eso es lo que quiero ser!». —A lo que el corazón respondió— Tú ya eres. «Sí, a veces me acerco al ser, otras me alejo, y esta soy yo, soy la que soy y amo todo lo que soy».

Mi alma dijo:

«El ser es amor y el amor es todo.

ES adentro y ES afuera si es adentro. ES cada paso que das, cada miedo que temes, cada vez que lo sientes en tu corazón y cada vez que no lo sientes o crees no sentirlo. El amor ES en tus ojos y en los ojos de quien te ama y de quien te daña. ES en tus manos cuando tiemblan o cuando acarician. ES en las manos del otro cuando te crees abandonada o cuando te sientes amada. ES en tu entrega valiente y amorosa y en los gritos de tu niña. ES en tu cuerpo fatigado y en el que danza con alegría. ES en tu alma vieja y en la inocencia de tu mirada. ES en lo que ves del otro y en lo que no ves del otro. ES en cada dolor y en cada enseñanza. ES en tu luz y en tu sombra. ES en ti y en todo, porque tú eres un reflejo de todo, y todo no es más que un reflejo de ti, porque todos venimos del mismo lugar.

El amor está en todas partes y, si miras con los ojos del corazón es más fácil descubrirlo, en la luz de los cielos infinitos y atrapado bajo los escombros.

El amor ES aquí y ahora, no mañana, no después, no cuando dejes de temer, no cuando creas estar preparada. El amor ya ES en este momento presente, te olvides de él o no, lo sientas o no, lo pienses o no. El amor ya ES aquí, en todo, porque ES todo.

Crees no amarte suficiente, crees temerlo, crees necesitarlo, crees que no es el momento de la entrega, crees no ser merecedora, crees que amas demasiado, crees que amas poco, crees que no te aman, crees… , mientras el amor te está amando en cada latido de tu corazón, eternamente, incesablemente, por siempre, para siempre. Porque sólo el amor perdura, sólo el amor.»

Canción de Ólafur Arnalds, Ljósið (Luz)

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