La entrega de la lágrima
I
Ilustración Esther Sorribas
❥ Mientras el pescador duerme, una lágrima le asoma por el ángulo del ojo. La Mujer Esqueleto, muerta de sed, lo ve y se arrastra torpemente hacia él para beber de la copa de su ojo.
Cuando alguien se ha adentrado hasta este extremo en su relación con la naturaleza de la Vida/Muerte/vida, la lágrima que se derrama es la lágrima de la pasión y de la compasión por la propia persona y por la del otro. Es la lágrima que más cuesta derramar.
El hombre deja que la Mujer Esqueleto se tienda a su lado, beba y se alimente de su más hondo sentimiento.
Una lágrima, oída por alguien que tenga corazón, se interpreta como una invitación a acercarse. Eso es lo que hace el llanto del pescador y entonces ella se acerca. Sin la lágrima del pescador, ella seguiría siendo un montón de huesos. Y sin su propia lágrima, él jamás podría despertar al amor.
Así sana el hombre, así aumenta su comprensión. El mismo se prepara la medicina. Con sus lágrimas empieza a crear.
La única manera de convertirse en un hombre entendido consiste en aprender en los huesos de la Mujer Esqueleto. Ella está esperando la señal del sentimiento profundo, la solitaria lágrima que dice “confieso que estoy herido”.
Esta confesión alimenta la naturaleza Vida/Muerte/Vida, crea el vínculo y la profunda sabiduría del hombre. Todos hemos cometido el error de pensar que la otra persona nos puede curar, emocionar o llenar. No es así, porque proyectamos la herida fuera de nosotros, en lugar de curarla dentro de nosotros.
Probablemente, lo que más desea una mujer de un hombre es que disuelva sus proyecciones y se enfrente con su propia herida. Cuando un hombre se enfrenta con su herida, la lágrima asoma con naturalidad a su ojo y sus lealtades exteriores e interiores se aclaran y se fortalecen. Se convierte en su propio sanador. Ya no recurre a la mujer para que sea su analgésico.
Cuando el hombre derrama la lágrima, significa que ha llegado a su dolor y se percata de ello cuando lo toca. Se da cuenta que ha vivido una existencia a la defensiva por culpa de la herida, de las cosas que ha perdido en la vida por este motivo y de lo paralizado que está su amor por la vida, por su propia persona y por los demás.
La lágrima del pescador atrae a la Mujer Esqueleto; le provoca sed y un deseo de unirse más estrechamente a él.
No es el amor de la teta, la leche materna, lo que él quiere; no es el afán de lucro ni de poder ni de fama ni de sexualidad. Es un amor que lo inunda, un amor que él siempre ha llevado dentro, pero cuya existencia jamás había reconocido anteriormente.
Cuando comprende interiormente esta relación, el alma del hombre se asienta más profundamente. La lágrima brota. Ella se la bebe. Ahora se desarrollará y renacerá en el interior del hombre algo distinto, algo que éste le podrá regalar a la Mujer: un corazón tan inmenso como el océano. ❥
~ Texto del libro Mujeres que corren con los lobos de Clarissa Pinkola Estés ~
~Ilustración de Esther Sorribas de Quadras/Interiores (del Alma) ~