La libertad de vivir está en la incómoda incertidumbre en el miedo a no saber en los sueños de tu niña en la claridad de tu mente en el amor de tu corazón en la alegría de vivir en la tristeza y en el dolor en la luz vital y en la oscuridad en
Cuando no sabes qué camino tomar, cuando te pierdes en los laberintos de tu mente, cuando el miedo te para, cuando la tristeza te habita y echa raíces, cuando la herida se abre, cuando te sientes sola en medio de nada, cuando te sientes nada… escucha a tu Alma. Cuando quieres echar a
© Esther Sorribas Me pareció que tuve que decidir entre amar o quedarme en el miedo. Desde la mente amar es un peligro, un riesgo demasiado grande que hay que tomar, porque después de todo lo vivido, cree que puedes volver a sufrir. Así que para ella es mejor quedarse quieto en un
Ilustración de Esther Sorribas Miedos… Miedos brotan en mi mente en forma de pensamientos, ideas, creencias, juicios, exigencias, dudas… Cuántas palabras, cuánto ruido, cuánto que hacer, creer, anticipar, demostrar, esconder… Cuántos caminos se dibujan en mi cuerpo recorriéndolo desde la cabeza hasta los pies. Miedo que se pone a sudar, enfriar, paralizar, temblar…
Ilustración Esther Sorribas Viene a por mí una bella melodía que me acerca al Alma. Le doy la mano y con el miedo, valiente miedo, corremos y saltamos juntas al vacío. Unas blancas y grandes alas se acuestan cómodas sobre mi espalda. Y emprendo un vuelo a través de Cielos Infinitos. Alma soy en
©Diego Rivera Pedimos que nos quieran, que nos atiendan, nos escuchen, nos cuiden, nos mimen…., sin antes haberlo experimentado con o hacia uno mismo/a. No comprendo cómo esto sucede así. Cómo nadie me explicó de pequeña que, si algo me dolía, yo podía cuidarme y acariciarme la herida. Aprendí a ser dependiente y a
© Esther Sorribas ¿Qué hacer ante un mecanismo neurótico nuestro que se repite una y otra vez?, ¿con nuestras exigencias, juicios, resistencias, miedos, inseguridades, con nuestra propia neurosis, la que a pesar de la tratarla, trabajarla y querer modificarla, reaparece de nuevo de una forma u otra?. Quizás lo mejor es rendirse. Dejar de luchar.
© Esther Sorribas Volví a tocar la herida infantil y sentí frustración, abandono, tristeza, dolor… Toqué algo muy profundo. Me acordé de mi infancia, de la soledad que me rodeó en muchos momentos… Me abrí a toda esta emoción, y lo sentí muy grande en mi corazón. Y después…, después toqué el amor. Sucedió que
«Sólo podemos amar lo imperfecto» – B. Hellinger Dejando atrás a la mujer perfecta voy abriéndome a la mujer imperfecta que soy, aprendo día a día a dejar de pelear, de luchar por ser lo que no soy. Y sigo en ese vacío, aprendo a estar en la incertidumbre, a dejar de pensarlo todo, absolutamente